El deslumbrante instrumentista concretó la mejor de sus ocho visitas al país con un recital inolvidable teñido de sentidas emociones, temas tocados al límite y una certera sensación de estar delante de un inconmensurable monstruo del famoso instrumento.
Un virtuoso del instrumento en una «masterclass inolvidable». Steve Vai demostró porque es el mejor instrumentista de los Estados Unidos en un Luna Park abarrotado que lo ovacionó de pie.
(Capital Federal – Miércoles 07 de Junio de 2023) Sin dudas no es un “barrilete cósmico” pero basta advertir que cuando encara la ejecución del instrumento, uno tiene exactamente la idéntica sensación que se vivía en las canchas cuando los maravillosos números 10 del país, tomaban la pelota para hacer una enorme genialidad, jugada de la cual se hablaba no solo toda la semana en grupo de amigos sino en futuras reuniones a lo largo de los años o décadas. La forma en que sus manos articulan el instrumento, excede la simple expresión de “ejecutar”, dado que la mancomunión de sus dedos con esta tradicional caja y diapasón va más allá de la habitual interpretación tanto en una grabación o recital. Todos aquellos que lo siguen desde su primera visita, habiendo asistido a los siete anteriores conciertos que este músico concretó en este país, salen del estadio Luna Park diciendo sin titubeos que la performance de anoche en el recordado coliseo de box fue sin dudas lejos la mejor de todas sus actuaciones en Argentina. Y nadie en su sano juicio se anima a desmentirlos.
No alcanza con tener una superlativa ejecución de las cuerdas o establecer un sonido para cada tema que deje una huella en los oídos, hay que transmitir algo más que solo alguien muy consustanciado con el diapasón en el camino de exhibir grandes ideas musicales puede lograr. Le bastan apenas dos horas y cuarto de recital para enloquecer a los más conservadores, esos que al concluir la presentación salen shockeados por haber visto a un extraterrestre del famoso instrumento, exhibiendo un nivel que va muchísimo más arriba del virtuosismo. Estar en un concierto del artista norteamericano Steve Vai, después de cuatro décadas y monedas de presentaciones por todo el mundo, luce igual que subirse a un transbordador espacial que circula alrededor del mundo a varias veces la velocidad del sonido. Las pantallas que acompañan un escenario sin demasiado maquillaje estructural, permiten ver en los nuevos cuarzos verticales que estrenó el Luna Park, que cuando encara un solo o arreglo adentro de ese instrumento, las imágenes no reflejan la velocidad a la que se mueve sus dedos allí comenzado el concierto ante miles y miles de personas enloquecidas sin pausa alguna. El músico de los Estados Unidos deja a los cuarzos laterales como la “super show motion” utilizada en la Fórmula 1, tocando a una velocidad sencillamente inconcebible para un ser humano.
«Ponele otro diapasón más». En uno de los pasajes más esperados del concierto, el instrumentista interactúa con su nuevo instrumento llamado «The Hydra», una combinación de guitarras y bajos en un mismo armazón.
¿Calidad artística o pirotecnia para los instrumentistas ansiosos de lucirse? Lo que sucede en los recitales de este músico norteamericano podría llevar a pensar a los ácidos críticos más conservadores que el segundo punto gana por demolición, pero curiosamente es todo lo contrario. A diferencia de lo que sucede en géneros estilo metal del rock, donde todo se toca acelerado para construir fuerte adrenalina interpretativa, en el caso de los conciertos de Steve Vai, el descomunal músico termina utilizando la inédita velocidad solo en algunas situaciones, donde los arreglos de esas canciones piden a gritos que las escalas, acordes o encuadres ofrezcan una mayor vertiginosidad interpretativa, pero sin perder la gracia de una buena melodía o una pieza musical donde uno pueda recordar los acordes ejecutados y cómo aparecen dentro de una obra sonora en el nuevo milenio. “Inviolate” (Inviolable) es el último trabajo de estudio y más allá que ahora se publicó un álbum llamado “Vai – Gash”, de un viejo material que el violero grabó con Johnny Gash Sombrotto, el concepto del primero propone un formato de temas menos complejos, proponiendo una estructura más diáfana sin perder calidad con sus orquestaciones y estructuras.
La guitarra vuela, la música también. Steve Vai maneja hasta su instrumento con gracia, locura y una pasión que se refleja en las dos horas y media de infernal espectáculo en vivo.
La relación del músico con las guitarras en más de cuatro décadas es contenido para editar no menos de quince o veinte libros sobre el asunto, vinculación donde la importancia del instrumento no es cotillón desechable después de utilizado. Los instrumentos que utilizó a lo largo de su carrera, han forjado una identidad irrepetible, exponiendo a un científico de la música que fue pionero en utilizar una guitarra de siete cuerdas, para tener otra gama de sonidos. El nexo entre Steve Vai y la empresa Ibanez no es menor, alianza que le permitió al instrumentista contar con una fábrica interesada en cumplir sus sueños. Basta mirar el escenario, para darse cuenta que las violas del artista tienen una identidad destacada, ya sea con un pequeño cavado que obra como manubrio, permitiéndole agarrar la guitarra como si fuera la empuñadura de una nueva maleta ergonométrica, hasta un instrumento que suma en los escaques del diapasón unos pequeños nodos lumínicos de color azul que pueden verse desde la última fila de las tribunas altas, ofreciéndole al músico la curiosa y divertida chance de tocar a oscuras en el estadio, sabiendo que todo saldrá perfecto. Eso es lo que sucede con la famosa canción “Avalancha”, de ahí en más vendrán dos horas y 20 minutos plagados de variados géneros, tocados por un artista que no solo tiene una banda que le rompe el marote a los espectadores, sino que también ha redefinido la arquitectura del rock instrumental de manera sorprendente por donde se lo analice.
Concentración y paroxismo interpretativo en un show no apto para cardíacos. La manera de tocar de Vai es de por sí un espectáculo dentro de otro que asombra segundo a segundo en un repertorio muy cautivante.
El show es como ese muestrario de colores que te ofrecen en las pinturerías cuando estás con ganas de renovar el contexto cromático de tu domicilio. Hay tonalidades para tirar para el techo y de cada tono aparecen tantas variantes que hasta el más sabio se presume desconcertado, cuando el músico en un determinado momento, rompe con los estilos que propone desandando una mezcla o generación de una nueva edificación en sus maneras de tocar este instrumento que ama apasionadamente. En “Little Pretty” se permite sonar muy funk y pistero, pero en “Tender Surrender” alcanza un paroxismo interpretativo con tonos muy elásticos y orquestaciones de sustain propias de la Estación Espacial Internacional, a tono con un vuelo muy interpretativo onírico y sensual. Es tanto el control que posee este hombre con su instrumento, que muchas veces le alcanza con tocar una nota o acorde y en reflejo automático sostener el instrumento solo con su palanca o armazón, para crear en su faena interpretativa un efecto de magistral “Theremin” mejorado por sus curiosas técnicas para generar nuevos sonidos, a todos los ya conocimos en su extenso historial en vivo. Su forma de tocar, estirar las cuerdas o procesar su sonido, incluye algunos segundos en donde hace “hablar” a su amiga de seis cuerdas, ante un potente delirio generalizado.
Un momento «púrpura» con la guitarra hablándole a la audiencia. El músico concentró la atención de las 6300 personas reunidas en el Luna Park con una ejecución de sus guitarras probablemente de otro planeta.
Muchos podrán entrar en cómoda postura de sostener que el guitarrista dedica más tiempo al histrionismo gestual o sus movimientos con la guitarra acompañándolo, como si fuera – tal vez lo es- una prolongación de su anatomía. Hay momentos muy dinámicos en temas con baterías de ritmos muy pegadizos, donde desarrolla bizarras coreografías bailando en el centro del escenario como si fuese el actor Joaquin Phoenix encarnando al “Guasón” en “The Joker”, mientras sonríe con la boca muy abierta y estiramientos de sus piernas al más puro estilo de Gene Kelly. La picardía que le pone al espectáculo, va en paralelo con una persona que no concibe que un maravilloso y deslumbrante instrumentista deba tocar una genialidad en el diapasón sin moverse del lugar donde está parado. Steve Vai acepta con elocuente sinceridad que le agrada mucho ser un “entretenedor” y vaya que si lo logra en esos 140 minutos de maravillosa orgía guitarrística en el Luna Park. Sus solos respiran un demoledor extasis rockero y uno termina entendiendo porque alguien así, provocó la fascinación de figuras emblemáticas como Frank Zappa, David Lee Roth o Whitesnake al incluirlo en sus proyectos. Nadie quiere en su sano juicio perder la oportunidad de contar en su arte, con un monstruo del instrumento y la magia del guitarrista, contexto donde sus maniobras provocan que este ilusionista de las seis cuerdas, vaya sacando de su galera con seis cuerdas todos los conejos y palomas habidos y por haber. Vai se ofrece como nadie a la hora de crear diversión y entretenimiento, sin pruritos o vergüenza de ser una verdadera bestia inmaculada cuando sus manos se apoyan en el instrumento. Dejando de lado la formalidad de cualquier recital, el intérprete baja por un costado del escenario y toca pegado a sus fans, invitàndolos a acariciar las cuerdas y generar sonidos en una muy informal situación de concierto.
«The Hydra», un chiche en escena que vale casi 750 mil dólares. Creada por la firma que auspicia al músico, este generador de multisonidos simultáneo es aguardado con la concentración ceremonial de una misa musical.
Uno de los momentos más emotivos del recital ofrecido anoche ocurrió con “Greenish Blues”, canción donde a diferencia de muchas de sus obras, Steve pareció absorbido por el espíritu de B.B.King tocando poquísimas notas y jugando a repetir algunas con mucha sensualidad y abrumadoras sutilezas. La fiesta incluye como es de esperar composiciones icónicas del instrumentista como “Bad Horsie”, mientras detrás en las pantallas se ve ese histórico duelo de guitarras con Ralph Macchio en el film “Crossroads” o “Liberty”, tema que aparece respaldado por un video con figuras políticas y mensajes en contra de muchas de las cuestiones que dañan al planeta en los tiempos que corren. Para que un guitarrista de su prestigio pueda hacer lo que lleva a cabo sobre un escenario, obligatoriamente tiene que contar con una gran banda tanto o más calificada que él, formación que integran los músicos Philip Bynoe (bajo), Dave Weiner (guitarra), Jeremy Colson (batería), Dante Frisillo (teclado) y Dani G: (cantante invitado), acompañantes de lujo que interactúan como los mejores equipos de básquet de la NBA, evento donde cada uno sabe donde ceder el protagonismo para que la canción termine coronada como el mejor gol del campeonato. Hay espíritu de equipo y se vive segundo a segundo, por más que doce mil ojos no quiten la vista del protagonista de un show tan deslumbrante como inolvidable.
El músico que la lleva de la manija. Las guitarras del artista en algunos casos incluyen una manija para que el instrumentista las convierta en planeadores eléctricos modificando su sonido con el vuelo propiamente dicho.
Cuando promedia la última parte formal del show, naturalmente aparece el juguete que los medios han comentado en los últimos tiempos, un instrumento con tres mangos para tocar y un pesado armazón que aglutina dos guitarras y un bajo que incluyen además una botonera con controles más sofisticados. Ese inusual aparato, hecho a pedido por Steve hace unos años, según contó a los periodistas, está valuado en 500 mil dólares y lleva por nombre “The Hydra”. El tema “Teeth of the Hydra” fue compuesto para este flamante generador de sonidos y obviamente capta la atención del público, pero más allá de poner en escena un instrumento que no puede cargar sobre sus hombros, el artista despliega tal como sucede con sus demás guitarras, un fuerte virtuosismo que excede lo estrictamente demostrativo, dejando en claro que aquí no pasa por tocar más rápido sino conformar un sonido o melodía que provoque múltiples emociones. En la lista final, la gran secuencia incluye gemas como “Zeus in chains” o “Liberty”, pero para coronar una situación que lo seduce a mostrar otro perfil interpretativo, llama al escenario a un colaborador de su gran equipo de asistentes, quien por unos minutos muta de rol en su trabajo con el artista.
Un cumpleaños cargado de emoción y momentos muy conmovedores. La crew del artista decidió celebrar en esa especial fecha el nuevo aniversario del músico, con una fiesta sobre escena que incluyó torta y festejos sumando al público argentino.
“Dani G” deja el monitoreo y se acerca al centro del proscenio, agradece los aplausos del público y comenta que se siente halagado por poder interpretar una canción diferente. En una noche plaga de sentimientos muy intensos, este colaborador comienza a cantarle en inglés el tradicional “Happy Birthday” (Feliz Cumpleaños), al cual se suman de inmediato los 6300 espectadores, quienes una hora antes ya lo habían hecho en la pausa entre dos canciones, para recordarle al genial intérprete que estaban muy agradecidos de ser sus invitados en este festejo del onomástico 63 nada menos que con un show incluído en la gira sudamericana del guitarrista. Mientras el asistente pide luego cantarla en español, de un costado del escenario aparecen la esposa e hijo del músico, portando sobre una bandeja una torta con guitarra eléctrica, que porta una vela que el homenajeado apaga ante la ovación general. En una situación muy emotiva allí en el famoso coliseo de box tanto para el artista, como para aquellos privilegiados que pueden ser testigos de una jornada histórica, la fiesta culmina con “FTLOG” (For the love of God) y “Taurus Bulba”, con un despliegue instrumental sencillamente deslumbrante por donde se lo analice. Este cumpleaños a puro derroche interpretativo llega a su fin con todos los involucrados desbordados por gratos sentimientos en una situación así.
La octava fue la vencida. Después de varias visitas al país, los seguidores de. guitarrista coincidieron unánimemente que el show de anoche en el coliseo de box fue el mejor de toda su carrera en Argentina.
El público, que durante toda la noche ha coreado afinadamente el nombre del artista con diversas formas de cánticos, vuelve a aplaudirlo intensamente y el anfitrión, fuera de todo protocolo o línea argumental de show, toma el micrófono para decir algunas palabras. En un clima muy conmovedor donde el homenajeado no oculta para nada la enorme felicidad de vivir esta “fiesta de cumpleaños en vivo”, espera que la gente baje el volumen de todos sus expresiones para sincerar lo que le sucede. “Estoy muy agradecido por todo lo que me han hecho vivir en estas dos horas. Puedo decir con enorme franqueza que este ha sido el mejor de mis 63 cumpleaños y agradezco que hayamos tomado la decisión de tocar aquí en Argentina justo este día. Este es un país que me ha recibido con los brazos abiertos y una alegría a flor de piel que no disimulan, son muy cariñosos, esta es mi octava visita a la ciudad y no imaginaba cuánto cariño siguen sintiendo por mí. Quiero recordar a todos y cada uno de ustedes, porque me han hecho hoy vivir un momento único, absolutamente inolvidable. No quiero irme sin decirles que volveré pronto, porque ustedes merecen que nos encontremos lo más pronto posible, no tengo palabras para agradecerles todo lo que me hicieron sentir en este día”. Visiblemente emocionado, con los ojos húmedos y 6000 personas que no paran de alentarlo, Steve Vai estiró varios minutos la circunstancia de abandonar el escenario, luego de haber ofrecido anoche el mejor concierto de todas sus visitas a la Argentina, en un show cargado de muchísima música de alta calidad, pero sobre todo de un aura de afecto hacia una persona que no pudo ocultar la gran pasión que sienten los artistas extranjeros al hallar en Buenos Aires, una audiencia que les transmite tanto amor en cada una de sus visitas.
Un final de fiesta con sonrisas y la conciencia de haber dado lo mejor en mucho tiempo. Steve Vai ofreció uno de los mejores conciertos del año y dejó en claro que su estilo y calidad se mantienen vigentes en el nuevo milenio.
Steve Vai – Estadio Luna Park – Martes 06 de Junio de 2023 (Músicos: Philip Bynoe: bajo / Dave Weiner: guitarra / Jeremy Colson: batería / Dani G: voz invitada / Dante Frisillo: teclados) Público estimado: 6300 personas (Lista de temas: Intro – 01 Avalancha – 02 Giant Balls Of Gold – 03 Little Pretty – 03.1 Band Intros – 04 Tender Surrender – 05 Lights Are On – 06 Candle Power – 06.1 Dave Solo – 07 Building The Church – 08 Greenish Blues – 09 Bad Horsie – 10 Im Becoming – 11 Whispering a Prayer – 12 Dying Day – 12.1 Drum Solo – 13 Teeth of the Hydra – 14 Zeus in Chains – 15 Liberty – 16 For the love of God (FTLOG) – 16 Taurus Bulba) Show producido por AVC Agency // Prensa, fotos y difusión general: Diego Perri.
Fotos show Steve Vai en el Luna Park: Cortesía Fede Echeverría (Prensa show oficial :Diego Perri)