La muy interesante historia escrita por el dramaturgo Paddy Chayefskyn desembarcó en Buenos Aires con las actuaciones de Coco Silly, Florencia Peña, Eduardo Blanco, César Bordón y Pablo Rago, un espectáculo multimedia de gran producción que obliga a la reflexión sobre la actitud humana en la pantalla chica.
«Network» llegó a Buenos Aires. Un estreno muy esperado en la cartelera teatral argentina.
(Capital Federal – Miércoles 20 de Julio de 2022) Lo dijo mil veces la indiscutida reina de la televisión sin que le tiemble el pulso. “Por un punto de rating matan a la madre”, tal la demoledora y descarnada expresión de Mirtha Legrand, aludiendo a todos los recursos carentes de ética cuando la pantalla chica busca convocar màs audiencia. El recordado film “Network”, película que en Argentina se conoció a fines de los ‘70s bajo el nombre de “Poder que mata”, con las destacadas actuaciones de Peter Finch, William Holden y Faye Dunaway, sacudió la modorra general en 1976 y al año siguiente esta producción ganó 4 premios Oscar, galardones que acusaron el impacto de un guión diseñado sin correciones políticas sobre la industria de la comunicación..
Ese largometraje en su momento hizo ruido. En aquél momento, la televisión de fines de los ‘70s en nuestro país tenía cifras de rating interesantes, pero nó la locura de los ‘90s o el arranque del nuevo milenio. En Estados Unidos ocurría lo contrario, cuando millones y millones se reunían frente al televisor color para ver distintos programas. “Network”, tras un extenso período de hibernación fílmica, se convirtió en obra de teatro en 2017 y tras los éxitos de Europa y Norteamérica, desembarcó en Argentina con un elenco con gran cantidad de intérpretes muy conocidos. La versión que llegó a nuestro país, contó con ese gran beneficio de tener al experimentado Juan José Campanella adaptando los textos, una colaboración indispensable para que la obra tuviese los cimientos verbales correctos. El estreno de “Network” en Argentina se corporizó gracias a la eficacia como productor de Ariel Diwan, que desde el primer minuto no ocultó su anhelo de ponerla sobre escena en nuestra nación, algo que merece destacarse por sobre todas las cosas, tomando en cuenta el gigantesco desafío tecnológico de una producción de estas características.
Una puesta impactante desde cualquier lugar del Coliseo. Un planteo luminotécnico espectacular a puro derroche
Una transformación escénica muy impactante
Quienes conocen la trayectoria operativa del Teatro Coliseo y las grandes figuras que por esa sala transitaron, jamás imaginaron que una producción muy ambiciosa convertiría al escenario y parte de la platea en un moderno estudio de televisión. Sorprende llegar a este famoso proscenio porteño en la calle Marcelo Torcuato de Alvear y descubrir que no solo hay varias decenas de metros cuadrados de tecnología que ocupa numerosos sectores y niveles del proscenio, sino además ver un gran sistema de circuito cerrado operando con seis cámaras, que no solo muestran a esa emisora televisiva funcionando cada noche, sino también dando a la audiencia ubicada cerca de ellos la chance de ver en sofisticados leds a los actores, desde otros originales enfoques a lo largo de un muy entretenido espectáculo.
La historia de “Network” es conocida. Un veterano conductor de noticiero, informado que levantarán su programa por bajo rating, anuncia que se suicidará y en esas horas previas a su determinación, despotrica feroz contra lo que se le cruza en su camino. La conducta que desarrolla en esas jornadas levanta la medición de encendido, desatando un conflicto bajo la gerencia comercial, cuando una directiva aprovecha ese choque para instalar dentro del canal otro perfil televisivo de programas. Las luchas entre funcionarios de la emisora dará pie a una gama de egoísmos personales y profesionales, estos últimos cuando buscando el número del rating salvador, el conflicto derive en severos problemas con el futuro dueño de la emisora.
Lucha descarnada sobre escena. «Network» desnuda las miserias de una pantalla chica impiadosa con sus responsables.
Una peligrosa adoctrinación hipnótica
Howard Beale, sabe que luciendo enajenado en pantalla, sube las mediciones, conducta de tono furiosa que lo lleva a descargar sus dardos contra el enemigo común de la sociedad, logrando un protagonismo que tampoco sabe gobernar a la perfección. Durante su etapa al frente del desencajado show que se lleva puesto por delante absolutamente todo, invoca la decisión de pedirle a los televidentes que apaguen el aparato o repudien la compra de ese canal a manos de capitales árabes. Adoctrinado hipnóticamente por el actual dueño de esa señal, el veterano animador cambiará su postura, mientras los números de encendido caen de manera vertiginosa. Esa pérdida de audiencia, lo descubrirá el espectador, terminará al cierre del show costándole realmente muy caro al veterano conductor.
La historia escrita por Paddy Chayefsky y adaptada por Lee Hall, fue versionada para esta versión nacional por Juan José Campanella, un texto reformulado que llegó a muy buen puerto en bastantes de sus diálogos, por más que en algunos el recurso del improperio salpimente el texto con exceso innecesario. Coco Sily, que llegó a esta especial convocatoria con pocas vivencias de teatro de texto, no pareció amedrentarlo el desafío, insuflándole enérgico al rol protagónico de Howard Beale una carga de depresión, locura y distracción que ubican a su personaje en un contexto no solo creíble, sino muy empático dentro de la historia.
Final de cada función. El elenco en un saludo final muy felíz y conmovedor.
Actuaciones calibradas y sublime tecnología
Los roles de Florencia Peña (Diana Christensen), Eduardo Blanco (Max Schumacher), César Bordón (Frank Hackett) y Pablo Rago (Arthur Jensen) están bien interpretados, una gama de actuaciones con el paso de las semanas irán formando el rigor histriónico definitivo de esos personajes en escena. Esos pequeños cambios tendrán cabida, si la directora Corina Fiorillo considera que debe aplicarle algunos ajustes a esos caracteres exhibidos, dentro de un cuadro general de interpretaciones cuidado, ante tanta situación tecnológica en medio de la gran histeria que reina dentro de la señal televisiva, tan cuestionada en esas horas por asuntos de rating y publicidad.
Sin dudas, la gran protagonista del espectáculo es la estructura luminotécnica montada en el escenario y otros vectores, moderna e impactante tecnología que sumerge al espectador en el interior de un estudio televisivo, mientras los empleados del canal van y vienen con esa histeria que uno advierte también en la pantalla chica actual. La espectacular apuesta de presentar un show teatral de estas características, sin dudas es fabuloso mérito de Ariel Diwan y su socio mexicano Morris Gilbert, una millonaria inversión que justifica durante esas dos horas cada peso o dólar invertido en esa recreación tan lograda y cautivante.
Una obra con un arranque notable. Florencia Peña, el productor Ariel Diwan y su pareja en la noche de estreno en el Teatro Coliseo
Un mensaje que no parece haber perdido vigencia
Los tiempos han cambiado y hoy la tv compite con las plataformas, el celular, la PC y otros formatos electrónicos que emergieron adrenalínicos a la conquista del público que antes solo tenía el control remoto para cambiar de canales y nada más. Igualmente, la batalla interna y externa en torno a la pantalla chica, gira orbitando en torno al mensaje de uno de los personajes de la órbita, cuando señala aquello de una sociedad que no se halla gobernada por funcionarios elegidos, sino la puja existente entre las corporaciones.
Esa postura condenatoria que ejerce “Network” sobre escena desde el primer hasta el último segundo, expone el caos existente a la búsqueda de acaparar audiencia, cueste lo que cueste. Hace 40 años, el grupo de rock pesado “Riff”comandado por Norberto Pappo Napolitano decía en una de sus canciones “La pantalla me lo cuenta con el desayuno, y es que mañana, no quedará ninguno”, una letra con originales conceptos de Michel Peyronel que no fueron en vano. Aquella letra de la famosa banda argentina no parece haberse oxidado con el paso de las décadas y el mensaje de “Network”, en vivo sobre el público y los medios masivos, tampoco.