Mientras los verdaderos mùsicos permanecen encerrados en sus casas y saliendo como gran paliativo para shows por streaming, un muy oxidado y devaluado reality televisivo prefiere priorizar a mediocres mediàticos,antes que destacar a los verdaderos amantes del històrico arte de combinar los sonidos.
Por David Dakota
(Capital Federal – Sàbado 19 de septiembre de 2020) Las incontrastables imàgenes y fundamentalmente los bochornosos sonidos que retumban en la pantalla chica durante esta cuarentena que se aproxima ridículamente a los 200 dìas de permanencia, conforman un funesto mensaje para la industria musical, contexto artìstico colapsado desde el primer segundo del ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio)instalado por decreto en la noche del jueves 19 de marzo de este año.
Tras el discurso presidencial ofrecido por el primer mandatario argentino Alberto Fernàndez para posicionar a nuestro paìs frente a la pandemia provocada por la enfermedad de origen chino“covid 19”,una agresión sanitaria diseminada a nivel mundial con el amplio beneplácito de todos sus socios polìticos y una bochornosa OMS(Organización Mundial de la Salud), còmplice totalmente ineludible de esta matanza masiva alrededor del globo terràqueo, el mundo se ha visto conmocionado por la cancelaciòn de muchas actividades a raìz de no poder concretarse el contacto fìsico entre las personas.
Miles de reconocidas profesiones existentes en todo el planeta se han visto impactadas por esta crisis sanitaria y las consecuentes formas de aislamiento social ante un problema sin soluciòn definitiva por el momento. La mùsica, especialmente con sus espectáculos en vivo,una fuente econòmica para equilibrar la desaparición de venta fìsica y el bajo importe que paga la telefonìa mòvil por temas en las nuevas plataformas de transmisión, encuentra al contexto industrial de la mùsica tan desesperada como un voluminoso pez inesperadamente fuera del agua, que emite desesperados espasmos para respirar, bastante preocupada para regresar a su habitual contexto de manifestarse delante del pùblico, en lso tradicionales espectáculos de concurrencia masiva.
Encerrados en sus casas, sin chance de poder salir de las mismas durante los primeros meses del confinamiento sanitario y ahora solo autorizados a concretar streamings de un bochornoso nivel tècnico de transmisión en determinados àmbitos cerrados, la mayorìa de los mùsicos deambulan como hamsters totalmente enloquecidos en sus casas, buscando como sobrevivir en una situación donde cualquier viejo ahorro existente probablemente se haya consumido ràpida y desesperadamente.
Si la televisión podìa ser un camino para poder mostrarse y trabajar en medio de esta insòlita crisis, lo que sucede en la actualidad deviene en un bochornoso y horripilante cuadro de situación donde los artistas observan atònicos, que aquellos sitios de exposición pùblica en los que podrìan manifestarse ahora son ocupados por impresentables mediàticos, mediocres emergentes humanos de las redes sociales y una gama de personajes intrascendentes para la cultura nacional que asoman en la màs que nunca denominada “caja boba”argentina.
Demostrando en estos duros tiempos a todas luces un inocultable desprecio por la industria artìstica abocada a la mùsica, hoy la televisión abierta expone el funesto mensaje de priorizar a vergonzosos personajes de la òrbita mediàtica en un concurso supuestamente musical, dejando en claro que no importa en absoluto cantar bien, sino que lo central pasa por convertirse en los nuevos bizarros de una pantalla chica que agoniza en nùmeros de prime-time, frente a una aturdida audiencia que prefiere hipnóticamente observar aletargadas novelas turcas emitidas en continuado, otro desplante a la factoría de actores y actrices de este paìs.
La inèdita llegada durante la cuarentena del ciclo“Cantando 2020”, un reality con figuras del espectáculo que aceptan ponerse a cantar diversos estilos y ritmos mundiales, podrìa haber sido la chance para que aquellos sin trabajo por la cuarentena mostraran su calidad ante prestigiosos jurados de la especialidad. ¿Qué mejor en estos tiempos que un enorme concurso de mùsicos juzgado finalmente por sus pares para elegir simbólicamente al mejor?
Lamentablemente, esta tesis no fue la que sedujo a los productores de este muy fallido programa, que ni siquiera con estas peleas del vulgar zoològico de mediàticos consigue ubicarse entre los 5 programas màs vistos en las grillas diaria de Ibope de todos las jornadas, un gigantesco e inaudito papelòn que ya no merece ningún tipo de comentarios.
El casting del“Cantando 2020”es a todas luces un despropósito total, conformado por las obsecuentes panelistas de tv o sus desabridas hijas, los insufribles“infuencers”de las redes sociales en la narcòtica existencia de telefonìa mòvil, sumando como piadoso agregado a algunos actores o actrices del panorama local, todo esto curiosamente salpimentado con alguna devaluada cantante tropical en muy franca decadencia y una joven figura pop de valiosos pergaminos artìsticos.
Las primeras señales del bochorno que constituirìa este envìo televisivo gestado totalmente de urgencia para reemplazar al tradicional“Bailando por un sueño”, ciclo que por cuestiones sanitrarias de la cuarentena no puede concretarse, hallò al empresario y conductor televisivo esquelino Marcelo Hugo Tinelli fuera de la pantalla, evitàndose asì el papelón de conducir esta curiosa deformidad genètico-artìstica, tiràndole el complicado fardo de esa inèdita responsabilidad a Angel De Brito, un afiatado animador que hace lo posible o lo que està a su alcance por darle potencial credibilidad a las cosas, por màs que a su lado cada noche de emisiòn deba tolerar a una sobreactuada y especialmente sobrevalorada “Laurita”Fernàndez, quien despliega incesamente kinèticos recursos con su cuerpo, buscando un ridìculo protagonismo que poco y nada le sienta ante su inexperiencia profesional en el rubro.
La primera y nefasta señal sobre este fallido programa de tv supuestamente incursionando en el mundo musical, surgiò a los pocos dìas de iniciado este vergonzoso ciclo cuando inesperadamente y tras haberse anunciado que el jurado artìstico definirìa la continuidad de los mejores intèrpretes, finalmente se decidiò impùdica y desastrosamente, que para el torneo la forma de evaluaciòn quien pasa a la siguiente fase, serìa el polèmico mecanismo y sospechado sistema del voto telefònico. Es decir, aquì no importa si alguien canta bien, sino cuantos malditos imbèciles descerebrados totalmente ajenos hoy a la vida cotidiana siguen sus andanzas en las redes sociales,de la narcòtica adicciòn en la funesta telefonìa celular.
Esto determinò en la primera jornada de eliminación que un soberbio infuencer (Lizardo Ponce)dejara insòlitamente fuera de esta burda competencia a la ùnica cantante profesional que tenìa este concurso en su casting original (Melina Lezcano), dejando asì fuera a la una participante seleccionada con pergaminos de fuste, expulsàndola de este supuesto concurso artìstico, teóricamente abocado al històrico y famoso arte de combinar los sonidos. Tal vez con esta amuy gresiva y fulminante conducta, los organizadores del programa de tv le hayan un voluminoso favor a la bella vocalista pop, retiràndola de un aberrante formato televisivo que ni siquiera provoca simpatía,por una brutal decadencia en todos los participantes involucrados. Apenas puesto en marcha durante pocas jornadas en la pantalla, este vulgar y nauseabundo ciclo televisivo noctuyrno, sentò un gravìsimo y triste precedente:cantar bien es algo totalmente sin importancia delantes de las càmaras.
Semejante señal fue uno de los puntales del primer acto destinado a confirmar que en este ciclo televisivo lo que menos importa puntualmente es ser buen cantante, sino ofrecer polèmicas pùblicas, desvarìos con actos patèticos contra terceros y exponer cuan horribles pueden sonar algunas voces, esas que jamàs mostraron entusiasmo alguno por cantar ni siquiera el“felìz cumpleaños”. Tras esa bochornosa eliminación cuando nadie esperaba que quedara afuera insólitamente la ùnica artista de pergaminos comprobables dedicada a esta profesiòn, se han venido sucediendo una gama de situaciones muy patèticas dejando en claro que en pos de ofrecer entretenimiento, si hay que masacrar canciones conocidas o exponer miserias privadas sin lìmites, todo està autorizado por medio punto de rating en una señal televisiva que devalùa su prestigio con un envìo supuestamente artìstico todas las noches de lunes a viernes en horario prime-time.
Después que el jurado se lavara las manos en la primera definición, polèmico tramo donde incluso uno de ellos fue invitado a no continuar en el mismo diplomáticamente por no adecuarse al rol de villano que debìa desarrollar, las tropelías no han cesado y fruto de ello hemos visto como Agustín Sierra, persona que no califica como actor, y que solo tiene popularidad en la oxidada sociedad como una tradicional unidad humana que busca protagonismo en las redes, ostentando un cuerpo formateado una y otra vez en el gimnasio, a quien no le temblò para nada el pulso a la hora de masacrar“La ciudad de la furia”, un clàsico de Soda Stèreo interpretado por alguien con un tono vocal impresentable, algo que hace quedar a Reynaldo“Mostaza” Merlo,Alfio Basile y Horacio Pagani como“los tres tenores”.
Aprovechando su poder en las redes sociales, Sierra evitò la eliminación y asì es su continuidad,mientras tres de los jurados insólitamente todas las semanas vienen elogiàndolo con sospechosa y polèmica fascinación, como si estuvièramos ante el hijo no reconocido del legendario“rey del pop”Michael Jackson. Hechos como este destacado en el análisis, lo ùnico que hacen es transmitir un incomprensible mensaje, equiparando obviamente todo para abajo,un patròn de conducta que parece imitar el egoìsmo de ciertos polìticos en un paìs que cada segundo avanza hacia lo màs pusilánime de la galaxia solar.
Las mediàticas y bizarras presentaciones de Esmeralda Mitre, una persona que durante los primeros años de este milenio ostentò un respetuoso perfil como cantante pop de temas mucho màs ligados al mundo lounge, y que ahora aparece en escena como si le hubiesen inyectado cinco litros de lavandina con àcido lisèrgico, empatan los momentos de una brutal decadencia artìstica de“Gladys La Bomba Tucumana”, quien ahora acompañada por su hijo, exponen que si algo funciona muy mal, por duplicado tampoco mejora.
Lo màs curioso del ciclo, es que ahora, tras algunas semanas donde se les festejò a varios este insulso oprobio a canciones realmente muy famosas,ha llegado como jurado en reemplazo de Pepito Cibriàn, el calificado guitarrista y productor musical Oscar Mediavilla, quien se debate en el curioso rol de exponer los errores mientras sus tres compañeras de mesa hoy deciden congraciarse con lo màs decadente que propone la competencia. La cuchillada de efecto letal en esta fallida y abominable estructura televisiva, resultò ser el arribo de los hijos del futbolista Claudio Paul Caniggia, quienes no heredaron de su padre ni su calma, cordura o equilibrio emocional, incorporaciones que parecieron obrar en el ciclo como cientos de cartuchos de dinamita arrojados sobre un apabullante incendio forestal.
Estos hermanos que han sobresalido por sus impresentables extravagancias como habitantes del planeta humano por error, lo ùnico que aportaron fue la chatura de una niña rica que ahora no encuentra camino alguno para formarse un lugar en el mundo, mientras su hermano en un infinito festival de actitudes erràticas, evidencia que un joven por màs que tenga dinero o elementos patrimoniales, jamàs podrà comprar el talento, la simpatía o el don de gente que a este absurdo androide de cabotaje le falta por cualquier flanco analizable.
Si bien en esta semana, las emociones asomaron por el lado de Luisa Albinoni, quien transmitiò una cuidada dosis de calidad artìstica reemplazando a una participante enferma, cantando con correcciòn y esmero un tema pop,algo que emocionò a Nacha Guevara hasta las làgrimas, la contracara de esa situación fue la ex-vedette Moria Casàn, quien la puntuò con dejadez y desidia, inèdito comportamiento que invirtiò enérgicamente a la hora de felicitar las nuevas bizarreadas de Esmeralda Mitre, cada vez màs cercana a un reality de freaks que a uno musical.
El empresario y productor esquelino Marcelo Hugo Tinelli, borràndose de conducir este formato para no pasar màs disgustos de los que ya viviò a lo largo del año con polèmicos comportamientos artìsticos, polìticos y deportivos, se reserva por lògica el firme derecho de opinar sobre lo que ocurre en pantalla, desde su agitada red social impulsando una y otra vez el patètico proceder de los mediàticos o aquellos desabridos emergentes de las redes sociales, conejillos de india de este experimento cuarentènico donde la audiencia a poco de iniciadas las emisiones del ciclo, decidiò velozmente retirarse para no dar cuòrum a un espantoso formato televisivo que desprestigia la pantalla de“El Trece”, por màs que la actual pauta publicitaria del ciclo ofrezca un mìnimo de oxìgeno a las alicaìdas arcas del legendario canal del barrio de Constitución.
Mientras la industria musical està ahora sumergida en terapia intensiva, sin poder ofrecer conciertos o grabar en las condiciones relativamente normales que se aconseja, amèn de no poder promocionar sus obras como se debe ante la ausencia de contacto fìsico, esta situación en la pantalla chica resulta un verdadero y siniestro mensaje, que la devastada televisión abierta transmite utilizando hoy este rubro para la construcciòn de un ciclo, algo que en realidad encubre la oscura pasiòn de ciertos argentinos por ver en pantalla un mediàtico circo romano donde cada semana, los futuros devorados por las bestias o sometidos al ajusticiamiento, acceden gustosos a desnaturalizar sus existencias para satisfacer unos perfiles artìsticos de dudoso gusto, a cambio de poder pagar los impuestos hogareños.
La mùsica y todo el sector industrial que la comprende, vive una gravìsima situación luego de estos seis meses sin poder trabajar normalmente, mientras la televisión, lejos de aportar una mirada respetuosa o cuanto menos asistencial, emplea su ADN estructural para crear un pèsimo programa que encima le toma el pelo a los verdaderos cantantes. Cuando todo el drama pandèmico finalice y los diversos componentes de esta afectada industria puedan exponer sus quejas, uno de los destinatarios del panorama serà esta clase de brutales y nefastas manipulaciones que propone un“Cantando”, que podrìa encajar màs con el tìtulo de“Aberrando 2020”o el màs sincero y honesto de“Decepcionando 2020”..