El insòlito desenlace modificado en la segunda ediciòn del ciclo para determinar al mejor especialista en platos dulces, expuso la inoperancia profesional de sus artífices, sin dejar de lado una realidad en donde quienes vulneran las reglas pueden convertirse en estrellas.
Por David Dakota
(Capital Federal – Lunes 06 de Julio de 2020) Anoche terminò la segunda ediciòn del concurso televisivo“Bake Off: El mejor pastelero amateur”, un programa que con bases de reality y la pasiòn gastronòmica en tv, configurò un ciclo que en medio de la extensa cuarentena sanitaria se convirtió en el producto màs visto de la televisión argentina en la presente temporada. Desarrollado con una estètica muy delicada, sensible y propensa a los golpes emocionales bajos apelando a la tensiòn humana, las 18 emisiones del extenso reality tambièn dejaron al descubierto que la televisión argentina vive uno de sus peores momentos, decadencia que no tiene estricta relaciòn con la cuarentena pero sì con una tv que tras el anuncio de la pandemia durante febrero, no supo, no quiso o no pudo resolver el futuro de las programaciones en vivo.
La alteración por el necesario aislamiento para la población, terminò convirtiendo a todos los envìos en un bochornoso festival de pantallas partidas, delays de sonido y transmisiones lindantes con el ridìculo a la hora de proponer una televisión con alternativas, sin respuestas ante el gran drama mundial provocado por la comunidad china y sus experimentos de laboratorios, convalidados criminalmente por la OMS, los macabros socios polìticos de la comunicad oriental y una muy voluminosa sociedad mundial que en distintos lugares del planeta expuso sus bajezas èticas y morales.
La televisión ya no significa lo mismo para la gente. Nadie està pendiente de un programa u horario de emisiòn. La mayor parte de la sociedad vive impresentablemente drogada en la telefonìa celular, convirtiendo de inmediato a ese abominable aparato en el corazòn de sus existencias, justificados en una supuesta liberación de ataduras que proponìa firme en el pasado estar condenado a cierta hora y dìa de la semana delante de un televisor para asì poder dar testimonio de un hecho ocurrido en la mentada“caja boba”.
El insòlito hecho de una sociedad que en buena parte no puede salir al exterior, cambiò las modalidades de las personas, entre ellas el uso de la telefonìa y otros aparatos de comunicación, brindàndole a la televisión abierta, de cable o por streaming un protagonismo imponente frente a esta inèdita obligación de mantenerse por cuestiones sanitarias, confinado en un determinado lugar sin posibilidad de salir del mismo por cuestiones indispensables. Con una sociedad obligada a ceñirse a un encierro por razones de salud, la televisión encontrò las maneras de seducir a la potencial audiencia con un formato que rompe con el fatal estrabismo que ostenta estèticamente la pantalla chica, ahora subdividida en mini-cuadraditos que tienen a personas hablando con un audio inocultablemente abominable, con todas sus imàgenes ocasionalmente interrumpidas o congeladas, sin olvidar que las señales de transmisión en ciertos momentos padecen un delay que desacomoda a todos en un supuesto diàlogo con idas y venidas.
Una prolongada serie de capìtulos filmados el año pasado sin el aislamiento actual entre los involucrados, mostrando todas sus peripecias gastronòmicas y bellos paisajes de una estancia con los distintos espacios que incluyen la moderna carpa de competición, fueron el producto que le hizo sentir a muchìsimos televidentes esa libertad de movimientos, un contacto fìsico sin trabas entre los involucrados y la naturalidad de una“normalidad”que segùn un desquiciado funcionario pùblico ya no existirà nunca màs.
Recalando firme en la pasiòn argentina por todo tipo de gastronomía, en este caso los platos dulces, semana a semana el programa fue ganado adeptos ante un ciclo donde muchos de sus participantes ofrecieron libremente un desprejuicio que hizo llevadera la rutina de ver a los numerosos concursantes preparando un mismo plato. Con diferenciados perfiles de edad o situación social, sin dudas el casting estuvo entre uno de sus puntos fuertes, pero insólitamente o tal vez apelando a la picardìa del“si pasa, pasa”, las caracterìsticas profesionales de algunos de estos participantes dejò mucho que desear al entender que los mismos vulneraron con expuesta responsabilidad las condiciones o reglas establecidas para poder tomar parte de un reality que al finalizar hace pocas horas, dejò al desnudo que de no haber ocurrido las filtraciones de ciertos materiales que el equipo de casting no advirtió o no quiso advertir sobre el pasado de los concursantes, hubiesen confabulado en una estructura totalmente ilìcita a las reglas que paradójicamente establecieron los artífices del ciclo televisivo.
Cuando el fraude se hizo visible ajeno a las potenciales manipulaciones mediàticas de los responsables, no les quedò otra que regrabar a las apuradas el desenlace de un concurso que tuvo una vencedora durante el año pasado, pero que ahora conocidas las trampas en las que incurriò la participante descalificada, obligò a los productores del programa a ver la manera de solucionar un patètico hecho televisivo que no advirtieron cuando debieron evaluar las caracterìsticas profesionles a fondo de cada uno de aquellos concursantes que superaron el ùltimo casting para tomar parte de la competición.
Resulta casi una absurda jugada del destino, que un ciclo televisivo que tenìa todo su material grabado haya tenido que montar a las apuradas una filmaciòn extra para corregir a los porrazos el desenlace de una competición donde su vencedora habìa falseado datos, manipulando a su favor todos los elementos que la excluìan de participar en esta clase de reality gastronòmico. Durante buena parte del sàbado, los responsables del programa tuvieron que filmar en un predio al aire libre cercano a la estancia, las escenas donde los productores del programa debieron aceptar que habìan sido estafados en su buena fè, poniendo a los supuestos especialistas del àrea gastronòmica en el rol de villanos para comunicarle a la oportunista de turno que su maniobra ilegal serìa severamente castigada.
Lo màs disparatado del asunto o tal vez siniestro en cierto sentido, es que una vez que fue descalificada la participante que transgrediò intencionalmente el reglamento existente, se dio inmediatamente por ganador a su rival en la final, del cual ahora tras lo ocurrido tiene tambièn los papeles flojos en cuanto a todas las exigencias que pedìa este concurso, tras comprobarse que no solo tenìa bastante experiencia, habìa participado en programas de tv que eran anteriores a la grabaciòn de la segunda temporada del programa de Telefè. Los fans del nuevo vencedor tras la descalificación de la participante trucha, ahora estàn muy preocupados con la aparición de videos donde se comprueba que tambièn este muchacho oriundo de Rosario habìa estado en trabajando en programas de tv dedicados al rubro, una situación que incluye a la conductora de un ciclo televisivo provincial que le dice gentil y simpàtica a este pastelero semi-profesional lo felìz que estaba de contarlo de neuvo en su programa de gastronomía en la Chicago Argentina, convertida ahora en la oscura capital del narcotráfico tras dos dècadas en que los polìticos gobernantes hicieron la vista gorda a la llegada de entidades criminales vinculadas al tràfico de sustancias ilegales, uno de ellos muerto recientemente con falsos pergaminos de hèroe de una corriente socio-polìtica.
El resultado de toda esta farsa gastronòmica fue un ciclo televisivo que justo en su ùltima emisiòn dejò expuestas las trampas, violaciones y mediocridades humanas que simbolizan el ocaso de una sociedad que con tal de triunfar en determinas cuestiones, no vacila casi sin meditar en pisarle la cabeza a todos los que sea necesario para lograr dicho fin. Dando una brutal sensación de estafa mediàtica y agujero legal remendado a los ponchazos, esta segunda temporada de“Bake Off.el mejor pastelero amateur”culminò decepcionando a los muy acèrrimos fans del programa, proporcionàndole a los encendidos crìticos del ciclo la brillante ocasión de crucificarlo al descubrir las violaciones existentes, mostrando veloz y contundentemente un producto que emergiò gloriosamente victorioso en el encedido pero que perdiò toda la credibilidad, por error o deliberada omisiòn,al tener que modificar unas horas antes del ùltimo episodio la definición de una competencia que de no haber saltado a la consideración ciertos testimonios invalidando las caracterìsticas de sus involucrados, hubiese vendido una estafa amplificada por la masividad del medio utilizado.
Favorecidos en la batalla del rating ante una serie de ocasionales rivales en otros canales que no logrò alterar demasiado sus guarismos de mediciòn,el extenso ciclo que emitiò Telefè dejò muy al descubierto que la trampa puede existir,siempre y cuando no sea detectada a tiempo por la sociedad o aquellos que deciden investigar ciertas caracterìsticas de las personas,detalle que los responsables de este ciclo no analizaron como correspondìa o que tal vez avalaron con cierta picardìa criolla que una vez màs, expuso la mediocridad de una televisión que a cada instante pierde calidad con tal de sostener la facturación y cierta respuesta social.