ADVERTENCIA: Este editorial contiene textos, tèrminos y contenidos explìcitos que no se encuadran en la comunicación tradicional, por lo cual se advierte que el mismo deberìa ser evaluado por adultos con pleno raciocinio y una objetividad carente de subjetividades polìticas o sociales.
Por David Dakota
(Capital Federal – Sàbado 04 de Abril de 2020) El planeta esta hecho “percha” (leàse mierda) y hoy los muertos se cuentan por miles en todas partes del globo terràqueo, grave situación en estas horas que ubica a todo el mundo atravesando un gravìsimo problema o agresión biològica cuya responsabilidad inexcusablemente le corresponde a la dictadura comunista china. Los mayores de 68 años mueren como moscas en decenas de paìses, un dramàtico status que responde a la acelerada diseminación de un letal virus que afecta en pocas horas a los ancianos muy mayores y demàs integrantes de la población de riesgo, dando como resultados numerosos fallecimientos en cuestión de segundos.
La transmisión de la enfermedad la producen los humanos, contagio a travès de las micropartìculas de saliva o secreción hùmeda nasal, sin olvidar las celulas de la enfermedad que se transmiten con las manos en los gestos cotidianos cuando la gente lleva las mismas a su boca, nariz u ojos en su actividad cotidiana. Una de las mayores formas de contagio con el contagio humano,es sin dudas en el anàlisis el permanente traslado y permanencia de las personas en diversos lugares del mundo donde la enfermedad ha establecido cabeceras de acciòn y contagio. Al juzgar lo sucedido en los primeros cien dìas, hay que decirlo aunque suene muy doloroso y traumàtico: la desenfrenada industria turìstica es una de las actividades que han diseminado esta grave enfermedad en mayor proporción, provocando asì consecuentemente miles de muertes en el planeta con el constante y veloz contagio de las personas infectadas, con todas aquellas que aùn permanecen a salvo de esta agresión biològica provocada por China..
La industria turìstica no es una mala actividad comercial, muy por el contrario, es una las actividades existentes en la vida cotidiana que ha provocado crecimiento patrimonial de las naciones que suscriben a esta actividad, pero su muy desenfrenada y enloquecida utilización junto a todas las conductas desquiciadas que concurren al grupo de personas, quienes las practican sin tener un mìnimo equilibrio social y sanitario, ahora ha detonado impiadosamente una macabra tragedia masiva. Estamos frente a un grupo de personas que enloquecidos por abandonar sus lugares de origen, no titubean en alejarse de los mismos para permanecer la mayor cantidad de tiempo posible en una enorme cantidad de lugares que hoy no ofrecen demasiadas garantìas sanitarias y sociales. Està de moda viajar a la India y conocer el rio Ganges, pero nadie habla que las aguas en ese territorio estàn brutalmente infectadas por la contaminación.
Es genial visitar China para recorrer los multitudinarios y variados puestos de comida callejera o sus devaluadas infraestructruas edilìceas, pero nadie parece estar interesado en las condiciones sanitarias de estos lugares. Y asì continùa todo este disparate de visitar lugares en el mundo que no ofrecen muchas garantìas sanitarias, pero que son vendidos por la industria turística como el “sitio que no te podès perder de visitar!”. En la actualidad la población que mayor actividad turìstica lleva a cabo oscila entre los 18 años y los 44 años, con un composición sexual donde de cada diez personas (asì hay que llamarlos)que viajan, siete son mujeres y tres son hombres. Este numeroso grupo social que provocò desde el 2003 en adelante, millonarias ganancias para la industria turìstica nacional y mundial, tienen conductas muy identificables que conviene describir para entender al componente que con sus traslados y permanencias ha detonado primero un grave contagio a miles de habitantes en el paìs, desatando inevitablemente cientos de muertos en nuestra naciòn.
Un grupo poblacional es distinguible, usted las vio o se las cruzò por calles y avenidas de intenso movimiento de ocasionales transeúntes. Ellas tienen entre 18 y 34 años, viajan por el mundo como usted va al supermercado para reponer leche,azucar o arroz. Van con expresiones de felicidad cuando enfilan para Ezeiza y una gigantesca e inocultable cara de orto cuando vuelven a sus hogares. Les chupa un huevo el chirrido que hacen sus modernosas maletas con rueditas, llamativos y coloridos maletines que acumulan en sus manijas decenas de etiquetas de aeropuerto, casi como los volantes de pizzería que la puerta de su edificio va juntando sin que nadie los saque para mantener la higiene del ingreso.
Dicen amar mucho el paìs enumerando familiares y amigos con quienes estàn contactadas, pero apenas acumulan unos sueldos, capital que les permiten una escapada, no vacilan enloquecidas en comprar un boleto a Loma del Ojete en un continente donde hay menos controles sanitarios que la feria alimenticia armada a la orilla del Tigre. Para mal de males, han llevado al exterior la macabra costumbre de compartir la supuesta bebida nacional, el mate, para que sus nuevos amigos, amantes o conocidos del primer mundo degusten chupeteando ese palito metàlico con yerba autòctona. Resultarìa interesante saber cuantos extranjeros se han contagiado la enfermedad que asesina a miles de personas, utilizando esa cornuda, oxidada y pestilente bombilla que disemina gèrmenes y bacterias solo para que las “boludas totales”(un personaje de tv de Fabio Alberti)den a conocer a sus ocasionales miembros peneanos la bebida mas popular de Sudamèrica. Les encanta hablar entre ellas de sus viajes y nadie ignora que hay una fuerte guerra interna entre todas estas para ver quien viaja, gasta y deambula fornicando màs que las otras.
Por suerte para equilibrar este desmadre de viajeros , por suerte tenemos a los argentinos que se mueren por empatar el nivel de enloquecido infradotismo. La inmensa mayorìa se compraron la camiseta oficial de la selección argentina, con el nùmero 10 en la espalda, son fanàticos de Messi, lejos el peor futbolista argentino de toda la historia, y lloran como maricas cuando la selección se come una merecida goleada de Brasil o las potencias europeas. Son personajes que siempre estàn muy listos para defender el suelo nacional, pero solo en esas situaciones deportivas.
Hacen ostentación del famoso asado argentino como la ùnica comida(se ve que en casa sus madres aprendieron gastronomía por Internet y el wifi andaba como el ojete), haciendo saber a los extranjeros u ocasionales transeúntes que el argentino es el màs piola, la tiene màs grande que nadie y que ningún otro hombre en la tierra podrà superarlos. Hablan de las tradiciones locales y todos no se cansan de hablar de lo geniales y simpàticos que son sus barrios, pero apenas sus cuentas corrientes o cajas de ahorro acumulan unos billetitos, no se van a Jujuy o Las Toninas, enfilan desesperados para Miami, esa devaluada Plaza Miserere estadounidense saturada con latinos buscados por la justicia, mafiosos del narcotràfico y esa muy mediocre camada de oportunistas que se autoproclaman mùsicos, saturando las redes y medios con esa basura infumable llamada reggaetòn, cumbia o latinada berreta cuasi trap. Van a todos lados con la camiseta de màs gigante fracaso futbolìstico en la historia de la selección y hacen que se emocionan cuando escuchan o ven algo relacionado con Buenos Aires, por màs que se patinen furiosos los dólares de la tarjeta de crèdito disparando innumerables gastos como si fuera la ametralladora de Terminador. Tambièn van chupeteando la bombilla del matè y relojean a ver si alguna tilinga quiere probar la supuesta bebida nacional.
Estos dos grupos sociales viajan entre tres y cuatro veces al año como mìnimo para seguir acumulando millaje para no parar de viajar todo el tiempo por el mundo,sin detenerse un segundo a ver donde demonios viven oficialmente. Les importa una mierda la realidad del paìs y se hacen los obtusos desentendidos sobre los problemas cotidianos, provocàndose a cada segundo un accidente cerebral con el cocainòmano consumo de sus smartphones, usando las redes como descarga narcòtica de sus arruinadas existencias. Hombres y mujeres que parecen no haberse enterado que en China y Europa, habìa desde principios de febrero una gran enfermedad letal que iba matando personas como muñecos de atroz forma. Se fueron a esas ubicaciones geogràficas y como si no les bastara, lo publicaron en sus facebooks burlàndose de todos los que aquì en el paìs respetaron a rajatabla la cuarentena y el aislamiento social que se impuso desde el 19 de marzo pasado. Ellos y ellas son los y las piolas del nuevo milenio que se defecaron en la realidad, pero que ahora apretados por la enorme irresponsabilidad que cometieron, ponen cìnicamente la escupidera para lavarse las manos de las tragedias que hayan podido provocar trasladando la enfermedad a esta parte del continente. Ahora se quieren lavar las manos, pero sabemos que su desesperación por viajar todo el tiempo y alejarse de este paìs poco tiene que ver con el amor a la patria. Su nacionalidad es como el pasaporte, cambia varias veces al año de sello extranjero.
La tragedia masiva tiene responsables directos o indirectos, ignorarlos es la jactancia de la aburguesada sociedad incapaz de ejercer una mìnima autocrìtica sobre sus actos, sin que esto signifique descalificar la nobleza que tiene la actividad turìstica utilizada con lògica y equilibrio. Mientras miles mueren por esta enfermedad, habrà llegado la hora de pensar si el ser y parecer son lo mismo, o si todo es una farsa hipócrita como esos apestosos avisos de la tv abierta donde un bochornoso locutor suele repetir la frase de otro descomunal fracasado del fùtbol como Mascherano, aquella patètica, hipócrita y detestable proclama de“hoy vos te convertìs en hèroe”.