Los datos obtenidos de la misma industria turìstica exponen el grado de irresponsabilidad social frente a la pandemia mundial, un grupo social que ante la grave adversidad no duda en victimizarse eludiendo las graves responsabilidades que les corresponden ante todos los actos consumados.
Por David Dakota
(Capital Federal – Viernes 03 de Abril de 2020)Desde el inicio de este año 2020 se sabe que hay una grave enfermedad china denominada“covid 19”, un letal tipo de corona-virus que ataca a todos los humanos encriptado como una perceptible gripe, que en pocas horas desata una crisis sèptica en el organismo de las personas dañando su respiración hasta que los humanos mueren poco después. Los medios informaron de esta gravìsima situación en la naciòn china, una noticia que se difundiò en diarios, radios, noticieros televisivos y portales de Internet desde principios de la actual temporada, sin olvidar los comentarios que varios analistas concretaron a travès de sus redes sociales.
Los argentinos, ocupados en enormes estupideces de horrorizante dimensiòn en las nuevas plataformas de brutal consumo narco digital,no quisieron ni se interesaron en mirar un terrible problema mundial que hoy acapara espacio en los medios y demàs lugares de comunicación. Parece que ahora solo lo importante es privilegiar las habituales vacaciones estacionales en el exterior y si es posible lo màs lejos de Argentina.
El gran sentido patriòtico se hace fronteras afuera del extremo sur de Amèrica, mientras la mayorìa porta la devaluada camiseta nùmero 10 de Messi por los aeropuertos del mundo, para recordarle fuerte a todos los del exterior que Argentina es lo primero…después de varias semanas de joda afuera. Es inocultable que existe una gran franja de personas que abusan de la lògica utilización del servicio turìstico, como si fuera una sustancia ilegal adictiva, porque nadie en sus cabales podrìa repudiar la actividad del grupo social que quiera viajar al exterior, como tampoco la presencia de extranjeros en el paìs, pero la realización de esta actividad de manera enloquecida y descontrolada es unos los gravìsimos detonantes del conflicto que ha provocado cientos de miles a la fecha.
La poderosa industria turìstica, esa que amarrocò dòlares a lo bestia impiadosa desde el 2003 en adelante, en estas horas se victimiza olvidando sus acaudaladas arcas en tiempos poco democràticos de este territorio, mientras llora miseria haciendo la vista gorda a las brutales facturaciones que esta estructura comercial consiguió desde distintos e insufribles ardides publicitarios al estilo de “levantar alas punto com”o “arroba turbinas a maxima potencia”. Ahora se venden a la sociedad como los arrasados por el Tsunami de fines de 2004, sin que se les caiga una mìsera gota de vergüenza, cuando facturaron en dòlares descomunalmente, olvidando el crecimiento de la moneda norteamericana en el macabro lapso 2003-2015.
Los argentinos se creen màs fuertes que el mismìsimo Terminador o una versión turìstica de Robocop,de otra manera resulta incomprensible como un poco màs de 600 mil argentinos decidieron abandonar nuestro territorio sabiendo que las cosas no estaban realmente muy sanas que digamos en el exterior, un movimiento corroborado por las estadìsticas de la industria existentes hasta ayer en determinados registros de actividad sobre esta industria hasta fines de febrero.
En la segunda quincena de ese mes se comprobò un èxodo probablemente ligado a la llegada de la primavera en los continentes ubicados al norte del planeta. Buena parte de esos turistas permanecieron fuera hasta el dìa 9 de marzo, a pocos dìas del anuncio de las suspensión de clases y eventos masivos en el paìs. Lo màs curioso y sorprendente que ocurriò pocos dìas después,fue la partida de màs de 200 mil viajeros a distintas partes del mundo, cuando ya era vox populi que el dìa jueves 19 se anunciarìa el establecimiento del aislamiento social preventivo y obligatorio(ASPO), incluso se comprobò que durante esa jornada tanto al amanecer como pasado al mediodìa el movimiento en Ezeiza fue de una escala descomunal comparado con mismo perìodo del año pasado.
Han transcurrido 11 dìas desde el anuncio oficial de la cuarentena, y ahora asistimos a un carrousel de absurdas declaraciones de todos aquellos que quedaron varados en diversas partes del mundo cuando comenzò el cierre de fronteras, aeropuertos y puertos para todos los habitantes o transeúntes de esas ciudades en el exterior. Aprovechando el contacto con medios radiales, canales de televisión o algunos sitios de Internet, todos aquellos que no titubearon en fugarse del paìs a pocas horas del anuncio del aislamiento ahora abrochan todas estas estructuras de comunicación para efectuar disparatados reclamos, cuando cualquiera en sus cabales entiende que en situaciones asì està desaconsejado abandonar la naciòn de origen ante un grave problema masivo.
Los percibimos en la actualidad reclamando aviones, apoyo econòmico y demàs beneficios simplemente por practicar actividad turìstica de una manera profundamente incomprensible ante los hechos de pùblico conocimiento. Algunos se promueven como mèdicos que“por casualidad estaban afuera”, otros argumentan lo que gastaron en varios pasajes de empresas turìsticas que los estafaron una y otra vez, pero en ninguno de ellos han claras señales de autocrìtica ante la brutal imprudencia cometida previa a una decisión nacional de alto impacto social, lo cual desnuda que otra vez màs“la picardìa argentina”se convierte en la conducta màs suicida y pelotuda del nuevo milenio.
El enojo por el precio de todo lo que gastan en dòlares recargados por impuestos patriòticos, la ausencia de contenciòn de la chancillería argentina y la virtual ausencia de embajadores de nuestro paìs en determinadas ciudades del mundo, asoman ahora para el ocasional televidente como un repetido e insulso show de infractores que ùnicamente apelan a victimizarse en medio de un pandemoniun globalizado sin excepcionesque asoma sin control establecido aùn. La crisis sanitaria mundial no los agarrò en Tortuguitas o la Villa 31, pero ahora es buen momento para ofrecerse ante los medios como las vìctimas “atrapadas” en Rìo de Janeiro, Madrid, Singapur, Munich, Tokio, Cancún, New York o la berretìsima e insufrible ciudad norteamericana de Miami, esa devaluada Plaza Miserere que los estadounidenses tienen como inodoro latino al sur de su territorio.
Desde el cìrculo ìntimo que rodea al actual Presidente de la Naciòn Alberto Fernàndez, todo se dirige a sostener la repatriación muy lenta y controlada de aquellos turistas que quedaron varados en conocidos lugares de habitual esparcimiento y avistaje geogràfico. El primer mandatario argentino,presionado desde distintos àmbitos sociales y algunas estructuras de comunicación, debiò ofrecer en las ùltimas horas una especial extenciòn del plan original de forzada repatriación de todos estos turistas oriundos de nuestra naciòn que en medio del màximo quilombo mundial estaban ubicados en diferentes y alejados sitios del mundo, sin importarles definitivamente una mierda un problema de salud que mata y matò a miles de humanos con la velocidad màs agresiva que se conozca hasta el momento.
Cabe consignar que la vuelta de estas irresponsables personas,es tambièn la curiosa repatriación de potenciales «bombas biològicas», puesto que muchos de los pasajeros que regresan al paìs estàn infectados y eso se advierte en la obligatoria cuarentena que deben cumplir, en hoteles que pagan todos los contribuyentes de la ciudad de Buenos Aires con sus impuestos, para solventar la estadìa de estos“sufridos”turistas, quienes desoyendo las indicaciones sanitarias y demàs noticias publicadas, viajaron imprudentes y desafiantes afuera sin titubear lo màs campantes y fugàndose despreocupados al exterior, sabiendo conscientemente que existìa una grave enfermedad en los lugares a los que se estaban dirigiendo.
La estupidez e imbecilidad humana tiene referentes en todo el planeta, lo triste es que sus màs bochornosos ìconos sean de nuestra naciòn, personajes que ahora sin titubear aplican un vergonzoso y oportunista“acting”como heridos por el problema, cuando en realidad sabemos que su brutal inconsciencia y esa pelotudez inagotable que los caracteriza provocò que durante las pròximas semanas se estèn enviando aviones de Aerolìneas a varios lugares del mundo a fin de “rescatar”a estas carmelitas descalzas drogadas en sus smartphones que parece que se enteraron del “covid 19”hace una semana o algo màs.
Tambièn se torna sencillamente indispensable preguntarse que llevò a tantas personas a salir desesperadas a conocer el exterior y nò simplemente por curiosidad geogràfica, es fruto de la vergonzosa conducta de los empresarios argentinos abocados a la hotelerìa y otros rubros en distintos lugares de nuestro paìs. Cuàntas veces hemos visto los fines de semana en los diarios las promociones de los viajes al exterior con precios màs baratos que pasar la misma cantidad de dìas en sitios como Mar del Plata, Bariloche o Cataratas del Iguazù?… Tanto tensar una y otra vez la cuerda, sin pensar en aquellos que querìan conocer el paìs y mirando solo en la facturación que podrìan alcanzar con la llegada de extranjeros que beneficiados por la situación cambiaria no dudarìan en desembarcar en nuestras ciudades turìsticas, provocò que muchos argentinos de a poco se fueron acostumbrando a la modalidad de transcurrir sus vacaciones en diversos lugares del exterior, especialmente Brasil, Cancún o Miami, lugares que con sus promociones fueron minando la chance de conocer diversos lugares de nuestra naciòn por los excesivos costos para visitarlos.
Este problema donde el hospedaje, comidas y pasajes terminaba costando casi el precio de un auto usado, paulatinamente provocaron que muchos evitaran conocer el paìs para rajar desesperados a otros lugares encima con costos inferiores a los locales. El patètico oportunismo y la mercenaria costumbre de los empresarios provinciales de no ofrecer ofertas o packs a los potenciales turistas locales, fue el caldo de cultivo para que en la actualidad cada vez menos gente quiera pasar sus dìas de descanso en lugares como Mar del Plata, Bariloche o Madryn, espantados hasta el horror por los desorbitantes precios que ostentan todos los servicios para conocer tradicionales lugares del continente nacional.
Aspectos como los anteriormente citados, fueron incluso alentados por destacados programas de la tv abierta exaltando los beneficios de ir sì o sì al exterior con programas icònicos, sin olvidar que un devaluadìsimo conductor televisivo instò a visitar lugares para comer cucarachas y otro tipo de insectos o bichos como si fueron los fideos de la abuela. Habrà que ver ahora si persiste la pasiòn de comer esas porquerías, muchas de las cuales se incluyen dentro del macabro cóctel biològico que provocò y provoca miles de muertes en el mundo.
La desvergonzada industria turìstica en nuestro paìs no puede hacerse la desentendida, indudablemente es una de las grandes partes responsables del drama existente, actual problema que costarà no menos de 400 mil muertos alrededor del mundo en estos meses del año. Ahora jugando el papel de insufribles vìctimas para la exposición mediàtica, cocinaron a fuego lento este desenfrenado fenómenos de un mayoritario target de personas entre 18 y 40 años, que progresivamente entraron en esta enloquecida carrera de viajar cada veinte o cuarenta dìas al exterior, enloquecidos para un ritual que luego ostentaban a sus pares.
La industria turìstica, esa que se llenò de miles de millones y millones desde el 2003 hasta fines de 2015, ahora aprovecha la inesperada crisis econòmica en el globo terràqueo, para llorar una poco creìblemiseria cuando en tiempos de enorme bonanza la jugò de callado, sin recordar que esta clase de industria tiene que acostumbrarse indefectiblemente a buenos y malos tiempos de acuerdo a la situación socioeconòmica de los distintos continentes. Hoy ese supuesto y muy bochinchero festival de caìdos, es casualmente el que se aprovechò de una deforme fenomenologìa social, impulsando que era màs inteligente ser cocinero de un hotel en la ciudad de Bangladesh, antes que ser mèdico en Munro o City Bell. Muchos argentinos escupieron provocadores para arriba y ahora lloran miseria, acomodàndose al esperable oportunismo que exhala un gran componente hipòcrita de nuestra devaluada población. La justicia de la obvia reflexiòn deberà encargarse de su responsabilidad en este gravìsimo drama mundial, problema que provoca miles y miles de muertos, mientras algún descerebrado piensa que ciudad del mundo visitarà si alguna vez termina esta pesadilla biològica de alto impacto sanitario.
